creació

divendres, 7 de gener del 2011

LAS SIETE IGLESIAS








El Apocalipsis fue escrito para unas comunidades en peligro o en dificultades, es normal que el autor se interese primero por ellas. El libro se abre así con un mensaje pastoral, directo y preciso. Semejante preocupación por las Iglesias, colocada en cabeza del escrito, revela también una cierta teología.
Tratar de la historia después de haber meditado sobre la Iglesia es revelador de un designio o de una interpretación. La Iglesia, ejemplarizada históticamente en las siete comunidades ( Efeso, Esmirna, Filadelfia, Laodicea, Pétgamo, Sardis y Tiatira ) de Asia Menor, precede lógicamente al tiempo y a la historia. Es, efectivamente, la Iglesia de Jesucristo , preparada por Israel. la que proporciona al mundo creado e histórico su razón de ser, en el sentido de que le brinda una orientación, una dirección y un punto de llegada en la esperanza.
Para el autor del Apocalipsis , el mundo no existe más que para permitir la edclosión de un pueblo que " adore a Dios en espíritu y verdad " ( Juan 4,24 ) o como se menciona en el cántico de Zacarias : " prometiendo concedernos, sin miedo y libres de la mano de los enemigos, le demos el culto con santidad y La Pasy justicia en su presencia, todos nuestros dias " ( Luc. 1, 74 -75 ). Sin la Iglesia, el mundo estaría hasta tal punto privado de sentido que ni siquiera hubiera debido venir a la existencia.
Era , en consecuencia, necesario poner en primer lugar a la Iglesia. Hecho esto, la realidad a la que podemos llamar mundo, o creación, o historia, pude hacer su entrada. En este mundo, sea cual sea su lote de imperfecciones, de tibiezas y de pecados, está presente la Iglesia. Aunque esta presencia existe no inclina a proyectar sobre el mundo una mirada optimista. En él reinan permanentemente conflictos de todas clasesd, le acechan males múltiples, son innumerables las desviaciones que en él se puden detectar. Se trata de un misterio sellado siete veces : el mundo está en perpetua crisis y la cuestión sobre su modo de ser vuelve, lacerante, a cada generación.
La Encarnación y la Pascua serán los lugares de referencia, que permitirá retomar un curso que sabemos que está abreviado, en el sentido de que ha llegado el momento de tomar partido. La Encarnación es un acontecimiento donde al pecado le está prometida la finitud y la aniquilación: lo que haya de maravilla y de vida será puesto aparte a fin de conocer una existencia nueva. Y por la Pascua vencemos las muerte y nos vestimos de un cuerpo glorioso para entrar en la Jerusalén celestial. La Encarnación y la Pascua representan la Restauración y la Recopilación.
Todo será embellecido en un nuevo marco, donde Dios no será ya puesto en cuestión. Será reconocido como AMOR TOTAL Y DON GRATUITO. Con la Jerusalén - Esposa, tanto la primera creación como la Iglesia terrestre llegarán a su acabamiento : en adelante pertenecerán a otro orden.
El jardín del Edén será reemplazado por una Ciudad, símbolo cultural de las obras humanas y lugar donde los hombres ambicionan vivir. Esta ciudad desciende del cielo para ser ofrecida a la creación renovada. Esta ciudad será para siempre estable y garantiza la salud y la vida. El paso de Dios por la historia de los hombres habrá producido su efecto : las criaturas han entrado en la vida misnma del Creador y han establecido una Alianza definitiva.
Las Siete Iglesias son una imagen plástica y viva del devenir histórico ( con sus luces y sombras, sus sinergias, sus dones y frutos del Espíritu, sus pecados..) de la Iglesia de Cristo peregrina en el mundo. Juan les envia una carta, un mensaje, un saludo y busca una finañlidad. Cada una tioene una misión a cumplir dentro de un período temporal.
Sólo la Encarnación y la Pascua son ya para estas iglesias un punto totalizador y al mismo tiempo de roptura. Ambas marcan la separación de los estratos históricos y meta-históricos. El Dios encarnado puede presentarse sin fanfarroneria como el punto de partida ( alfa ) y de culminación ( omega) de la historia, pero las realidades históricas ( Tierra, Iglesia...) están abocadas a la finitud en beneficio de una tierra radicalmente nueva y de un cielo insospechado. Querer o pretender instaurar el cielo en la tierra sería una plaga como nos dice el autor del Apocalipsis. La nueva Jerusalén será la culminación y plenitud de las siete iglesias, que son la Iglesia de Cristo.