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divendres, 7 de maig del 2010

FICCIONES en el APOCALIPSIS



Si en el anterior escrito decia que en este tipo de literatura clandestina el autor debía permanecer en el anonimato con mayor razón aún debe ocultar su tiempo. Un buen autor apocalíptico tiene la obligación de hacer pasar su planfleto por un antiguo libro de enigmas sin interés para evitar la censura. Daniel da la impresión de escribir hacia el año 605, bajo Nabucodonosor, siendo patente , por su lengua y contenido, que el libro data de la rebelión macabea del año 167. Del mismo modo , el Apocalipsis se las arregla para hacer creer que fue escrito bajo Nerón, siendo que fue compuesto bajo Domiciano, hacia el año 96, cerca de cuarenta años más tarde
En este tipo de manifiestos , resulta prudente no emplear un lenguaje demasiado claro. El lenguaje es codificado a fin de que sólo puedan descifrarlo los entendidos. Se deben camuflar las consignas: la censura no puede tener acceso, en ningún caso, a la comprensión verdadera del texto. Debe resultar comprensible para los destinatarios; para lograrlo es preciso jugar de una manera sutil con símbolos conocidos sólo por ellos. Para comprender el Apocalipsis con cierta comodidad basta con conocer bien el Antiguo Testamento.
El lenguaje codificado no solo ofrece la ventaja de burlar la censura , permite también universalizar e intemporalizar un mensaje concreto. Querer hablar directamente de Roma ,no sólo significa echarse en la boca del lobo, sino también abandonar a los cristianos a la ilusión de que, una vez debilitado y aplastado el Imperio, todo volverá a estar en orden. Hablar simbólicamente de Babilonia , para designar Roma , permite hacer comprender que Babilonia es eterna. Roma pude hundirse, pero la amenaza persistirá, procedente de otra Roma, de alguna Babilonia edificada en un lugar del planeta,

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